El 31 de octubre es una fecha asociada con los muertos, las
almas en pena, las brujas y los hechizos. Estas características se deben a su
cercanía con el día de los difuntos, que originó la iglesia católica y que se
conmemora el 1 de noviembre. Como en otros festivales de año nuevo, en esta
fecha los muertos volvían a estar entre los vivos. Los celtas hacían
sacrificios humanos y de animales, en honor al dios Samhaím, señor de la
muerte.
Este día marcó la finalización del verano y la cosecha, y el
comienzo del oscuro y frío invierno, momento del año que a menudo se asoció con
la muerte humana. Los celtas creían que la frontera entre los mundos de los
vivos y de los muertos se volvía incierta en la noche antes del Año Nuevo. La
noche del 31 de octubre celebraban Samhain, fecha en la cual se creía que los
espíritus de los muertos regresaban a la tierra. Para ahuyentar a estos malos
espíritus, los celtas se vestían con cabezas y pieles de animales mientras que
los sacerdotes de druida realizaban sacrificios con fuego para celebrar el día
de un modo más cristiano.
Después de que los romanos conquistaran la mayoría del
territorio celta en el año 43 D.C., se incorporaron dos festivales de origen
romano además de la tradicional celebración de Samhain. Durante cuatro siglos,
Feralia fue un festival en el que se rendía culto a los muertos y Pomona fue el
festival de la cosecha cuyo nombre se debe a la diosa de los frutos (manzanas)
y árboles.
Durante la ceremonia del 31 de octubre los celtas se
disfrazaban con las pieles de los animales sacrificados para sacar del pueblo a
los demonios que los visitaban y poder regresar a la normalidad al día
siguiente. Con las cenizas y restos de los sacrificios hacían un rito para
conocer el futuro de los siguientes meses.
Así mismo, se celebraba el "sabbath" o fiesta de
brujas. En ella, las brujas y brujos se reunían para ofrecer sacrificios a
Satanás, señor de la muerte, mediante ritos, actos sexuales y muerte. En la
Edad Media se quemaban gatos negros por creerlos amigos de las brujas.
En Estados Unidos comenzaron a celebrar esta fecha las
pequeñas comunidades de irlandeses católicos a mediados del siglo XIX, ya luego
entrado el siglo XX (el de la comercialización) se esparció la tradición al
resto del planeta.
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