Cuando llega el cambio de año en nuestro calendario tenemos la costumbre de celebrarlo con nuestros seres queridos y cumplir con una serie de ritos o litúrgias que hemos aprendido por tradición.
Comernos las uvas con las campanadas, brindar con cava… y hacer nuestra lista de deseos, objetivos y proyectos.
Ritual para pedir deseos en fin de año
Tendemos a hacer nuestra lista de objetivos sobre lo que vamos a hacer para mejorar nuestra vida, pedimos y pedimos mal porque en lugar de pedir, por ejemplo, que el año que viene nos traiga dinero pedimos que nos traiga trabajo para conseguir dinero.
Solemos ponernos objetivos que en realidad son herramientas que pueden conducirnos hacia donde nuestras intenciones sueñan. Eso está muy bien por una parte, sabemos lo que queremos y como podemos conseguirlo pero esquematizandonos tanto lo único que conseguimos es cerrarnos puertas y limitarnos.
Si quieres tener dinero el año que viene no pidas trabajo, pide dinero.
Pedir es un acto de fe, no es lo mismo que organizarse, cuando pedimos un deseo estamos haciendo una “llamada” para avisar de lo que queremos, hay que saber pedir bien, sin ser hipócritas y siendo prácticos y, sobretodo, no queriendo forzar que las cosas pasen de una manera, confía en que lo que es para ti encontrará su propio camino para llegar a tus manos! ¡Lo que te envía el Universo no lo para nadie!
Para fin de año haz dos listas, en una escribes todo lo que has tenido este año que no quieres que siga en tu vida, sentimientos de tristeza, confusión, dolor, escasez económica, pérdidas en el negocio, desamores, traiciones, engaños, mentiras, falta de autoestima, falta de recursos, etc…
No te dejes en el tintero nada, todo lo que no quieras en tu vida va a esa lista.
En otra hoja escribes tus deseos, pero escribe lo que quieres no como lo quieres conseguir!
Quiero aprobar esta asignatura, quiero tener dinero suficiente para gastar y ahorrar, quiero tener una pareja que me haga feliz y nos queramos, quiero tener una casa más grande o quiero tener un coche nuevo en lugar de quiero estudiar 5 horas más a la semana, quiero que me cueste menos organizarme la economía para poder ahorrar, quiero conocer a una persona y que nos enamoremos, quiero que me den una hipoteca o quiero conseguir juntar el dinero que me falta para conseguir ese coche que me gusta.
Es más, vamos a mejorar nuestra forma de desear para mejorar nuestro ritual de fin de año; cuando pedimos solemos pedir para el futuro, quiero tener esto (el día de mañana). El mañana no existe, vivimos en un eterno hoy por lo que vamos a modificar un poco y en lugar de quiero vamos a escribir: “Gracias porque en este año tengo aprobadas las asignaturas, tengo dinero suficiente…”
¿Cuando das las gracias? Cuando te dan algo, ¿no?
¿Qué haces cuando pides un deseo? Depositas tu fe y tu confianza en que lo que estás pidiendo llegue a tu vida, si tienes que hacer un gesto de fe tienes que hacerlo siendo consciente de lo que es, con lo cual “Gracias por” mejor que “Quiero que”.
Cuando te hayas comido las uvas quemas la lista con lo que no quieres y le dices adiós a todo lo negativo que dejas atrás, se enciende una vela blanca en un lugar seguro y lees la lista con tus deseos. Una vez leída la lista la guardas en un sitio donde no la estés viendo siempre hasta la próxima Nochevieja cuando la quemarás antes de cambiar de año y haber comprobado que lo que has pedido se te ha dado.
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