Astronomía




En la mitología egipcia, la diosa Nout representa el cielo, Shou el aire y Geb la tierra. Esta imagen muestra una parte del papiro Greenfield (1025 antes de nuestra era) donde se ve el cuerpo de Nout, sostenido por Shou, y el de Geb, en el suelo. Crédito: British Museum



La civilización egipcia ha sido una de las más importantes y avanzadas del mundo. No solo han destacado por sus grandes faraones y sus piramidales construcciones sino además por haber aportado al mundo antiguo una serie de conocimientos sobretodo en el mundo de la astronomía.

Durante su dominio de 3,000 años sobre el Valle del Nilo, los egipcios anotaron gran parte de lo que pasaba en el cielo nocturno. Relacionaban la mayoría de los objetos astronómicos con dioses o diosas, o con el Nilo, cuyas aguas oscuras reflejaban el oscuro cielo nocturno.

Muchos de sus templos y hasta las pirámides fueron construidas en base a estudios del universo para que estuvieran conectados con el cosmos y así tener una armonía de energía.

Los egipcios observaron que las estrellas realizan un giro completo en poco más de 365 días. El estudio se basaba simplemente en la experiencia ocular. Este ciclo de 365 días del Sol concuerda con el de las estaciones, y ya antes del 2500 a.C. los egipcios usaban un calendario basado en ese ciclo, por lo que cabe suponer que utilizaban la observación astronómica de manera sistemática desde el cuarto milenio. Ya en ese entonces los astrónomos egipcios habían reconocido que las estrellas giraban por tiempos o ciclos. Además se dieron cuenta que podían dividir sus tiempos en 2 tipos de calendarios, uno lunar y otro solar.



Gracias a sus estudios y a la creación de sus calendarios pudieron realizar

mejoras en la agricultura. Es así como idearon 3 estaciones, las cuales tenían una duración de 4 meses. Una de ellas era Akhet o temporada de inundación, la otra Peret o época de frío, y finalmente Shemú o tiempo de verano.

Las Pirámides, de acuerdo a la sombra que ejercía el sol sobre ellas, mostraba precisamente en qué estación del año se encontraban.

El año civil egipcio tenía 12 meses de 30 días, más 5 días llamados epagómenos. La diferencia, pues, era de ¼ de día respecto al año solar. No utilizaban años bisiestos: 120 años después se adelantaba un mes, de tal forma que 1456 años después el año civil y el astronómico volvían a coincidir de nuevo.

Dividieron los astros en dos grupos:
Los Indestructibles o Estrellas imperecederas, que eran estrellas circumpolares siempre visibles. Los Infatigables o Estrellas infatigables que hacían referencia a los planetas móviles que vagan errantes por el Cielo.

Los planetas Marte, Júpiter y Saturno representaban distintos aspectos de Horus. A Venus le llamaban la estrella viajera, porque se mueve de un lado a otro entre los cielos del amanecer y de la tarde. Los egipcios veían la Vía Láctea -que es el brillo combinado de millones de estrellas- como el reflejo celeste del río Nilo.



Diseñaron uno de los primeros zodíacos, el de Dendera, una serie de animales situados a lo largo de la trayectoria del Sol por el cielo. Por supuesto, el cielo egipcio reflejaba criaturas comunes de la vida egipcia, como el cocodrilo, el hipopótamo y el escarabajo, así como el león y otros animales de los que hoy pueblan el cielo.

Una de las estrellas más importantes era Orión, relacionada con Osiris y otra importante era Sirio, la estrella más brillante del cielo nocturno. Representaba a Isis.

El año egipcio empezaba cuando Sirio aparecía por primera vez en el cielo de la mañana, hacia el solsticio de verano, el comienzo de la temporada de las crecidas del Nilo. De hecho, los egipcios creían que Sirio era responsable de las inundaciones, por lo que era importante predecir acertadamente el retorno de la estrella. Un heraldo de ese retorno era la estrella Proción, que precedía a Sirio en el cielo de la mañana. Cuando los observadores del cielo veían asomarse a Proción por encima del horizonte antes del amanecer, sabían que Sirio no tardaría mucho.

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